L'enseignement universitaire de l'archéologie en Équateur: pistes pour un débat |
Écrit par Gaëtan Juillard |
Lundi, 01 Novembre 2010 13:28 |
Depuis la promulgation du Décret d'État d'Urgence du Patrimoine, de grands efforts ont été deployés par les acteurs culturels du pays dans ce sens. Dans ce contexte, l'on aurait pu espérer que le sujet ait été traîté dans son ensemble, c'est-à-dire, que les problèmes issus des mauvaises gestions passées aient été solutionnés, tout en agissant dans le présent et en préparant le futur. Si les premiers efforts ont été commencés dans le courant de l'année dernière, le futur n'a pas vraiment été pris en compte: l'enseignement universitaire de l'archéologie dans le pays ne s'est pas amélioré et est toujours aussi désespérément à la traîne. Le Ministère de Coordination a débuté divers projets avec le Ministère de l'Éducation adressés aux lycéens mais... rien pour les élèves inscrits en archéologie. Quelle est donc la place de l'enseignement universitaire de cette discipline dans les projets en question? Pour répondre à cette question, il faut d'abord faire un bilan de l'offre du cursus et des écoles de terrain existant dans le pays. Malheureusement, l'espace réservé aux universités nationales est limité: l'université n'existe presque pas en tant qu'actrice de la recherche, exception faite des efforts des Carluci et de Pedro Porras depuis les années 1950 jusqu'à 1988. Ce fut aussi à cette époque que les groupes d'élèves étaient les plus nombreux. Une grande quantité de matériel récupéré au cours des campagnes de fouilles du Centre de Recherches Archéologiques de la PUCE n'a pas encore été étudié ni publié. (Pour les lecteurs intéressés par l'histoire de l'archéologie en Équateur, voir El Sistema1 et Arqueología a la Ecuatoriana2 par Florencio Delgado et La Arqueología Contemporánea del Ecuador, 1970-19933 et Between Crisis and Hope: Archaeology in Ecuador4 par Ernesto Salazar, ainsi que les réactions des lecteurs; pour une présentation plus récente, lire l'article de Francisco Valdez publié dans le tout nouveau Boletín del INPC6). La oferta de carreras arqueológicas: Es durante la década de los 80 que la formación arqueológica del país es la más extensa en dos centros de formación universitaria: 1/ Pontificia Universidad Católica del Ecuador 2/ Escuela Politécnica Nacional del Litoral Entre los arqueólogos de estas dos carreras, una sisión se abro entre los "teóricos" de la PUCE y los “técnicos” de la ESPOL; los primeros considerando a los segundos como arqueólogos de segunda categoría. Esta división sigue viva todavía entre los pocos profesionales trabajando en el país. 3/ Las otras carreras: Alrededor de esas carreras “especificas” en arqueología, subrayamos la existencia una grande cantidad de carreras anexas, vinculadas a la antropología, a la arqueología, a la conservación y al turismo como la carrera de la Universidad SEK o la de la Universidad de Santa-Elena. También, existe una carrera quedando actualmente en el "limbo": en la Universidad San Francisco de Quito existe un curso de Antropología y Arqueología, dentro del Colegio de Artes Liberales, sin que ese curso sea vinculado a una formación académica validada por un titulo universitario de licenciatura en esta disciplina. Según el director del área de Antropología, "ese curso sirve a los estudiantes como apoyo a sus carreras de periodismo, arquitectura, ingeniería, etc.", (…) "instruyendo a las nuevas generaciones como cuidar, promocionar e investigar el Patrimonio." Recientemente, me informaron de la posibilidad de abrir una escuela de arqueología en esta Universidad en un futuro próximo. Esperamos que sea el más pronto posible…
La capacitación en el exterior: En fin, muy raros arqueólogos se han capacitados en el exterior, en Estados-Unidos o en Europa. Generalmente, regresan con una muy buena formación académica pero son muy pocos y no se dedican específicamente a la academia. Ademas, la licencia del INPC no es dada a los arqueólogos que no hayan presentado títulos universitarios validados y que no hayan pagado algunos dólares para el trámite (i.e. el carné de arqueólogo). La validación de los títulos universitarios se efectúa a través del CONESUP, quien convalida el título a través de una universidad nacional, que dispone de la misma formación o del mismo título académico. Hasta que la presente ley de Educación Superior no entre plenamente en vigencia, la validación se hace previo el pago de una suma importante de dinero, correspondiente al nivel del diploma que se desea convalidar. Para nuestra disciplina, no existe más que una sola licenciatura, con mención en arqueología, en la Universidad Católica del Ecuador (PUCE de Quito). Pero, ¿cómo hacer convalidar un título de doctor, ante el CONESUP cuando este nivel de formación no está aún reconocido por títulos equivalentes en las universidades nacionales? La Universidad Central dio en años pasados una maestría en arqueología y la ESPOL ha comenzado ya su nuevo programa desde este año. Una buena cantidad de investigadores nacionales o extranjeros que ejerce en el país con títulos de tercero cuarto nivel deben contentarse del equivalente de una licenciatura en arqueología, como el que dan las universidades locales (PUCE o ESPOL), y en consecuencia deben pasar por el silencio administrativo el resto de su formación universitaria en el extranjero. Por está razón, una mayoría de arqueólogos extranjeros o capacitados en el exterior no validan sus títulos y trabajan bajo marcos de cooperación internacional y asistencia técnica o con un título de licenciado obtenido en una universidad nacional antes de salir del país. Sin esta convalidación por el CONESUP, no pueden ser reconocidos legalmente como profesionales o profesores en las universidades del país.7
El “titulo” de egresado: El “titulo” de egresado significa que el alumno a pasado con éxito todos los semestres necesarios para empezar su proyecto de tesis de licenciaturas pero no lo hizo por diversas razones. No es realmente un arqueólogo, pero tiene supuestamente todas las herramientas básicas (teóricas y metodológicas para serlo). No existe ninguna universidad internacional que reconozca esta situación: serán considerado sin titulo académico. Para aclarar el problema de la graduación en las carreras de arqueología, citare el comentario de Francisco Valdez en el Boletín del INPC (2010): “El problema de la titulación merece un comentario aparte, si bien la función de las universidades es formar profesionales capacitados para afrontar la realidad del mercado laboral, hay que decir que tanto la PUCE como la ESPOL no han cumplido correctamente con este objetivo básico de la educación superior. Por razones diversas, la mayoría de los estudiantes de ambas casas de estudio, no tuvieron el seguimiento adecuado para que éstos puedan graduarse en los plazos normales. Hay que reconocer que cuando la mayoría de estudiantes no logra finiquitar adecuadamente su carrera, el problema no es únicamente de los estudiantes. Cuando uno considera que en casi treinta años la PUCE no ha logrado graduar más que un puñado de estudiantes con especialización en arqueología, uno se pregunta ¿qué está fallando? La respuesta se torna más compleja cuando uno hace el seguimiento de la carrera de algunos estudiantes, que después de muchos años de haber terminado su ciclo en la PUCE, optaron por reciclarse en otra universidad y sacar su licenciatura al poco tiempo. Fácil sería presumir que algunas instituciones “regalan” sus títulos académicos y que otras no, pero a la luz de los trabajos de ciertas tesis, esa suposición merecería una investigación más profunda. Una réplica posible seria que la PUCE se niega a graduar a malos estudiantes, pero allí cabe la pregunta ¿Por qué son malos si, para llegar a la instancia de egresados, éstos se formaron en la misma casa de estudios?”
La concepción de la educación: Otro problema de la Universidad Ecuatoriana es su concepción de la educación como negocio, pues, la prioridad es dada a las carreras “rentables” (como derecho, biología, computación…) en detrimento de las “no rentables” (lamentablemente, muchas veces se trata de las ciencias “humanas”) y no se hacen esfuerzos para dotar esas últimas de los recursos humanos, materiales y presupuestarios necesarios para propiciar un desarrollo académico sólido de la disciplina. Tampoco los directorios de las universidades van ha invertir para carreras de apenas veinte o treinta estudiantes a pesar de la inversión propia de los alumnos. Por otro lado, “hay que reconocer que los sueldos que se pagan a los docentes no son atractivos y pocos son los profesionales que actúan por amor al arte.” subraya Francisco Valdez (ibid). Como lo vemos, no existió una enseñanza universitaria suficientemente desarrollada para responder a las necesidades de la ciudadanía, así como a las de las instituciones estatales y a las de las empresas constructoras y petroleras que necesitan en muchos proyectos de grande escala arqueólogos. El país necesito entonces la ayuda extranjera para conocer su historia remota: misiones y proyectos que permiten documentar regiones enteras. Otros tantos se capacitaron en Estados-Unidos o Europa pero nunca los Ministerios de Cultura, de Patrimonio o el INPC se han interesados ni siquiera un poco en la formación de profesionales nacionales, totalmente descuidada en el país.
Investigación y escuelas de campos: Además, la universidad ecuatoriana actual a dejado el ámbito de la investigación arqueológica mientras que debería ser una de sus funciones principales. Así, los proyectos académicos son muy limitados o, al igual que una empresa, realizado en el marco de proyectos en "convenio interinstitucional" o con un presupuesto exterior consecuente. Casi no existe proyecto de investigación iniciados (no necesariamente financiados) por los propios departamento de antropología o arqueología de las universidades para responder a cuestiones científicas. El resultado, obvio, es que las instituciones estatales no tienen otra posibilidad para realizar estudios arqueológicos que "contratar" los estudios a arqueólogos contratados o departamentos académicos para realizar investigaciones o prospecciones. Al parecer la Universidad ecuatoriana no tiene una visión suficiente de su misión científica y de su responsabilidad frente a la sociedad. Por otro lado, la practica arqueológica de los estudiantes en las escuelas de campo es casi nula: algunos profesores, estudiantes o investigadores extranjeros realizaron proyectos arqueológicos donde pocos estudiantes nacionales pudieron practicar y capacitarse (cf. la respuesta a la carta de uno de nuestros lectores8). En algunos casos, estas escuelas de campo permiten financiar una parte de los programas de investigaciones pero, desafortunadamente, algunos colegas sin deontología y ética se convirtieron sus escuelas de campos en verdaderas empresas. Los profesionales actuando en el país deberían incluir más pasantías para estudiantes en sus proyectos.
Hacia el futuro: Desde varios meses, las autoridades estatales (Presidencia de la República, Asamblea Nacional, Ministerio Coordinador e INPC) quieren tomar acciones para reforzar las herramientas nacionales para fortalecer el estudio y la protección del Patrimonio cultural nacional. Algo inalcanzable si no existe una capacitación profesional de alto nivel debidamente reconocida en las leyes de Cultura y de Educación Superior. “Si el proyecto de Ley Orgánica de las Culturas, que se discute actualmente en la Asamblea ve la luz, la necesidad no sólo será moral, sino que además será legalmente formal.” (Valdez, 2010). El limitado interés actual de la enseñanza implica también discutir un otro aspecto, relacionado a la "educación patrimonial" de la ciudadanía en general. Varios "seudo-investigadores" new-age ocupan el espacio dejado por los profesionales del patrimonio en el escenario público y los medios de comunicación divulgan frecuentemente los "resultados" de sus "investigaciones". En la mayoría de los casos, son más escuchados que los científicos porque hacen "soñar a la gente" : frente a un "sitio cargado de energías", unos "observatorios solares" o "astronómicos", las explicaciones racionales y las dudas del arqueólogo no interesan a primera vista, no son "cheveré". Hay que educar primeramente; dar las herramientas básicas para entender un discurso científico, despertar el interés por los estudios en cursos, tener una mente critica, etc. (los foros sobre el cerro Catequilla9 o sobre Cochasquí10 son muy ilustrativos). Hasta los guías comuneros, como lo menciona Josefina Vasquéz hace algunos días (Cochasquí no es un caso aislado), no conozcan los sitios arqueológicos en los cuales trabajan y prefieren ser portavoz de fábulas new-age o seudo-indigenas, sin ningún sustento científico. Es importante reconocer, como lo menciona la constitución, que las comunidades tienen el derecho (y ese derecho es fundamental) de interpretar su propia historia. El problema entonces es de nuevo la educación: ¿Según cuales criterios?, ¿Con cual validación científica? será logrado este derecho. (cf. al respecto el editorial de Francisco Valdez y los comentarios relacionados11). Aquí esta el papel de los académicos, de los profesionales con ética: difundir los resultados hacia la comunidad y los colegas; "ocupar el terreno" mediático y público, presentando sus trabajos con pósteres, portales internet, charlas, visitas guiadas en sitios arqueológicos, etc. Claro, puede ser una arma de doble filo como lo hemos discutido en un otro foro en torno al periodismo12. La enseñanza universitaria de la arqueología empieza por allí: por la ciudadanía. Después, con el interés generado en la sociedad por el pasado, aumentara el numero de estudiantes en las careras, las autoridades universitarias aumentaran los recursos y más numerosos serán los aficionados tratando de proteger, conservar, guiar, presentar la riqueza del pasado a los demás y capacitarse en el tema… Daniela Balanzátegui resuma: "la utopía estudiantil de una investigación intensa y continua en todo el país, que ponga traba definitiva a iniciativas locales clandestinas, se junta a la necesidad de disponer de políticas que amplíen la perspectiva de las comunidades y de la sociedad ecuatoriana sobre la identidad cultural y su deber de defenderla protegiendo lo que nos queda del pasado. Sin embargo, despertamos y nos damos cuenta de que vivimos en el país de los huaqueros, la burocracía y los seudo-arqueólogos.13" El balance realizado arriba permite conocer el estado de la formación universitaria de nuestra disciplina en el país. Aprovechando las reflexiones generadas por el proyecto de Ley Orgánica de las Culturas y del pasado Decreto de Emergencia Cultural, es una obligación llamar la atención sobre la falta de formación adecuada de las futuras generaciones en el manejo de su propia historia. Si las autoridades del ramo siguen dejando de lado la formación de los profesionales, los esfuerzos desarrollados durante estos dos últimos años y los proyectos actuales fracasaron por falta de nuevas generaciones de investigadores debidamente capacitados. He visto también algunos documentos oficiales de concursos del INPC cerrados por falta de candidatos y llamando la atención de las autoridades "sobre la falta de profesionales en el país con el perfil requerido14"… pues estaremos de nuevo condenados a denunciar los atentos al patrimonio desde el fondo del hueco que cavamos cada día más con la ciudadanía y con las esferas del gobierno: no hemos logrado organizar gremios o colegios para defender la disciplina y su enseñanza, difundir con eficiencia los resultados de investigaciones hacia los líderes y los ciudadanos como es el caso de otros profesiones (colegios de arquitectos, de ingenieros, médicos…). ¿A quién la culpa? La culpa "¡es de todos!" : esta situación se explica por la poca (por no decir pobre) presencia de la arqueología en lo organismos rectores de la cultura en el Ecuador, que consideran más el legado ancestral de los pueblos como un "recurso", una "industria" más por explotar con sus esperados retorno sobre inversiones. Los profesionales han hecho también muy poco (hay que reconocerlo) para que la arqueología sea "una verdadera ciencia social (…) la cual debe estar al servicio de la sociedad" (Victor Corcuera Cueva, 6 de abril, Grupo Google APAR). Para lograr esa meta, debemos capacitar "profesionales en el manejo integral del patrimonio cultural y para ello hace falta una sólida formación antropológica" (Valdez, 2010). Para debatir esta tematica, hemos abierto un espacio de discusión en nuestros foros. Referencias:
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Mise à jour le Lundi, 22 Août 2011 11:47 |